Veintinueve otoños


Veintinueve otoños llenan mi vida
¿Por qué no primaveras?
Porque de las cuatro estaciones que viví en el último año:
Renegué del invierno
No sentí la primavera y, 
casi desfallezco bajo al verano. 

Al contrario, hace un año
el otoño me recibió con los vientos que tumban las hojas. 
Los árboles llevaban un año esperándome para desvestirse ante mis ojos. 

Por eso, quiero recordar mis años, como el otoño en que me recibió Europa.
Como el otoño que me abría las puertas para vivir los mejores doce meses de mi vida. 
Como el otoño que me preparó para el sórdido frío invernal.
Como el otoño que me hizo querer desear la tardía primavera del norte. 
Como el otoño que me abrió paso al seco verano español. 
Pero sobre todo: como el otoño que hoy se repite en el mes de septiembre.

Ya no en Europa.
Ya no con la primera amiga italiana y compañía europea, a quien le debo mi felicidad inicial.
Ya no con las dos amigas oriundas del mediterráneo con quienes compartiría no solo el gozo del mar, sino la alegría de las buenas almas.
Ya no con el pedazo de filosofía colombiana que representaría mejor que nadie en el extranjero a todo un país.
Ya no con la calidez gallega de sus mujeres y sus hombres.
Ya no con cada uno de los amigos que me recibieron en cada rincón de Europa.
Ya no con las palabras de familia y amigos desde la lejanía geográfica.

Pero sí, con el recuerdo de todo ello y todos ellos:
Momentos, libros, bibliotecas, viajes, paisajes, profesores, familia y amigos a quienes les debo el recuerdo de poder llegar a los mejores veintinueve otoños.



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